Estrenos: «La invención de Hugo»

Martin Scorsese, uno de los directores más clásicos de los que ocupan el actual panorama cinematográfico, se ha apuntado a la moda del 3D. Se puede decir que ha entrado en el siglo XXI, y lo ha hecho con éxito. Cierto que el 3D se ha convertido en el timo de la estampita, sobre todo desde que James Cameron convirtió una historia sobre unos pitufos guerreros amantes de la naturaleza en un gran espectáculo. Sí, la mayoría de las veces el 3D ha sido un sacaperras que prometía mucho más de lo que daba. Pero siempre hay una excepción en todo, y parece ser que esta La invención de Hugo lo es. Tiene un buen reparto (Ben Kingsley, Emily Mortimer, Jude Law, Ray Winstone…), la factura es casi insuperable (está nominada a la mayoría de los Óscars técnicos), y está el saber hacer de un director muy experto tras la cámara. Una historia misteriosa que tiene como trasfondo el origen del cine redondea una película que ha levantado mucha expectación y que se estrena hoy mismo en nuestras pantallas. Promete magia, nostalgia, y ese toque que hace que el cine te transporte a otros mundos sin pestañear.

Ganas hay de verla, aunque sea en 2D. Promete ser un gran espectáculo de poco más de dos horas. Y para eso también sirve el cine, por mucho que digan algunos.

¡Bien por La 1!

El cine es un patrimonio de la Humanidad. Me refiero, por supuesto, al buen cine. Se trata de un arte destinado al entretenimiento (al igual que el resto de las artes, no nos engañemos) que de paso puede mover conciencias, hacernos reflexionar e incluso cambiarnos la vida. Por eso lo considero un patrimonio, y como tal debería ser tratado por la televisión. Las emisoras privadas tienen el derecho de emitir lo que consideren que les da más audiencia, es algo perfectamente lícito porque entre otras cosas se juegan su dinero y le tienen que rendir cuentas a unos accionistas. En cuanto al cine, creen que ninguna película con más de diez años es rentable, y, dentro de ellas, también hay que hacer una selección: nada de los hermanos Coen, salvo la última que se estrene, y no la reponen mucho; de Tarantino, lo justo igualmente, entre otros. Y, por supuesto, nada que no provenga de Hollywood, por muchos premios que haya ganado. Habrá preferencia por las películas de animación, pero siempre de saldo, y por «autores» como Jim Carrey (las malas), Eddie Murphy o Adam Sandler. Pero todo esto en ocasiones especiales, porque todo el mundo sabe que las películas que más audiencia dan son las TV-movies en las que un ama de casa se enfrenta a su mayor reto: dejar al gañán de su marido por un chulito superseguro de sí mismo que resulta ser un narcotraficante que termina secuestrando a su hija, que acabará enamorada del chaval que se encargaba de custodiarla. Vaya, creo que acabo de soltar un spoiler. Volvamos al tema…

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«War horse», el problema del guión

Ya se ha mencionado en este blog que Steven Spielberg puede rodar lo que le dé la gana, y es cierto. Porque se lo ha ganado a pulso, porque no tiene nada que demostrar, y porque lleva más de cuarenta años siendo un director de éxito, desde que deslumbró a propios y extraños con un cuento sobre un camión que acosa a un pequeño Plymouth, en 1971. Así que si se ha sentido encantado con un relato sobre un caballo humanizado y un adolescente que se mete en una guerra solo para buscarlo, y si se decide a rodarla solo siete meses después de adquirir los derechos de la novela, pues nadie es capaz de decirle: «Oye Steve, no creo que el público se sienta muy atraído por la historia de un caballo y un chaval». Seguramente porque él habría dicho: » Mira, amiguito, tú déjame, que si me la pego, ya me recuperaré, lo he hecho otras veces, para eso soy Spielberg». Se acabó la conversación.

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Trailer oficial de «The Amazing Spider-Man»

Cuando se estrenó la tercera aventura del trepamuros, algunos teníamos bastante claro que se había acabado la relación de Sam Raimi con este personaje. Aquella película resultó tan decepcionante que se imponía un cambio de rumbo si no querían perder el favor del público y, por tanto, dejar de ganar dinero. Pero casi nadie podía prever que la decisión de Columbia sería reiniciar la franquicia cuando solo hace diez años que se estrenó la primera película en los cines (cómo pasa el tiempo). Todo eso reportó muchas críticas a la productora, no parecía lógico que se volviera a contar lo mismo después de tan poco tiempo y, sobre todo, que se hiciera tan bien como en esa primera ocasión. Pero la productora siguió con la suya, y contrató a un elenco digno de ser mencionado: con Alvin Sargent y Steve Kloves en el guión y Marc Webb en la dirección (se trata del director de la maravillosa 500 días juntos500 days fo summer-). Delante de las cámaras estarán Andrew Garfield (La Red Social), Martin Sheen, Emma Stone (Crazy, Stupid love), o Sally Field, entre otros.

Se afirma que van a contar la historia oculta de Spider-Man, que Peter Parker descubrirá un secreto oculto en su propia casa que marcará su futuro como Spidey. En fin, de alguna forma habrá que vender este reboot, tendrán que inventarse algo nuevo que contar. El tráiler en sí tiene buena pinta, espero que los productores hayan dejado a Marc Webb cierta manga ancha para actuar bajo su propio criterio, y tengamos un producto interesante. Desde luego, si demuestra la mitad de talento que con 500 días juntos, sin duda merecerá la pena pasarse por el cine a verla. Se estrenará el seis de julio en España.

Encuesta: ¿Cuál es la mejor película de Steven Spielberg?

Se trata de uno de los directores más famosos de la historia reciente del cine. Lleva dirigiendo más de cuarenta años, y es considerado un genio por unos y un director sobrevalorado por otros. Hay quien dice que sin el apoyo del tito Lucas y sin las partituras de John Williams aún seguiría dirigiendo capítulos de Colombo. Otros afirman que es el mejor director vivo y que, aunque se ha plegado a los gustos del público en muchas ocasiones, su talento y su visión son únicos en la historia del cine.  Sea una cosa o la otra, el director de la barba y la gorrita tiene algo que no se puede negar: su influencia en el cine actual es tan grande que ha cambiado el sentido del espectáculo, ha sido mil veces imitado (y nunca igualado), y ha criado un prestigio y un reconocimiento tal que ahora puede dirigir y producir literalmente lo que le de la gana, sin que nadie le diga nada. Pertenece a esa generación de oro de los años setenta (Lucas, De Palma, Scorsese, Coppola y el propio Spielberg) que revolucionó el cine por completo, y eso es algo.

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«Cisne negro»: un viaje tortuoso

Darren Aronofsky ha entrado por fin, después de catorce años como director de largos, en el grupo de directores aclamados por el público y por la crítica al mismo tiempo. Y no lo hizo precisamente por la película que aquí nos atañe, sino que ya consiguió ese honor por El luchador (The Wrestler, 2008), con la que, además resucitó a Mickey Rourke como actor. Pero con Cisne negro (Black Swan, 2010), además de conseguir una nominación al Óscar, hizo que el público fuera a verla en un número que superó en mucho lo que costó hacerla, y se convirtió en una de las películas de la temporada pasada. Y he de decir que se trata de una buena película, con una excelente puesta en escena y una maravillosa protagonista.

Cisne negro trata la historia de Nina (Natalie Portman), una bailarina de ballet clásico tremendamente perfeccionista y metódica que, sin embargo, tiene un problema: es capaz de interpretar cualquier partitura con una gran precisión, pero con frialdad, no es capaz de «soltarse», de mostrarse pasional. Esta característica le da muchas dificulatades para optar al papel de Reina Cisne, de El lago de los Cisnes; el cisne blanco lo borda, pero no es capaz de darle al cisne negro lo que requiere. A pesar de eso, Thomas (Vincent Cassell), el director de la obra, la elige para el papel. Esto causará en Nina  una obsesión por la perfección que la llevará a una dura transformación. Al mismo tiempo llegará una rival, Lily (Mila Kunis), que hará que Nina se esfuerce aún más y, por consiguiente, sufra las consecuencias en su ánimo.

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50 años de «Lawrence de Arabia»

Estos días se cumplen cincuenta años del rodaje de Lawrence de Arabia, una de las mejores películas que servidor ha tenido la ocasión de ver. Aquel rodaje fue un auténtico infierno, ya que David Lean insistió en rodar en el mismo desierto. El problema es que hace cincuenta años la posibilidad de desplazar un buen avituallamiento era mucho más complicada que hoy en día. A eso se unió la perfección que caracterizaba a Lean, capaz de repetir una misma toma hasta la saciedad, hartando a los propios actores y haciendo que el planning del rodaje se retrasara continuamente. Lawrence de Arabia se rodó primero en el desierto; fue la parte más difícil y larga, en la que el equipo de la película sufrió las duras condiciones de vida en un ambiente tan hostil. Las enfermedades y las quemaduras, más o menos graves, se sucedieron. Pero allí estaba David Lean, enamorado del desierto, con su clara piel expuesta al sol, sin quemarse, y pasando horas y horas subido a una duna observando el horizonte para captar la mejor puesta de sol posible.

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