Si este año ha habido una película que ha acaparado todas las nominaciones a los premios a sus actores, esa es The Master (Paul Thomas Anderson, 2012) y, ciertamente, no es de extrañar. Hay algo que destaca completamente en esta cinta, que es precisamente el trabajo actoral; los tres protagonistas principales están inmensos, te dejan con la boca abierta, se comen la pantalla. Todo lo que se diga es poco, y esa es labor es en parte del director, conocido entre otras cosas por su perfeccionismo. Pero también se le conoce por ser demasiado director, o autor, si queremos decirlo así. Dicho de otra manera, que si el punto fuerte de esta producción es sus actores, su gran problema es su detenido ritmo, la confusión que transmite, y su afán por marcar al espectador mediante la técnica y el montaje, que en ocasiones pretenden ser más importante que ver la evolución de la trama. Desde luego, se trata de no dejar a nadie indiferente. Sigue leyendo