Grandes películas de todas las épocas: Bailando con lobos

En los tiempos que corren cada vez es más difícil que una película se quede en la mente de los aficionados; que se haga eterna de forma que todo el mundo haya oído hablar de ella, e incluso que pase a formar parte de la cultura general. Bailando con lobos (Dances with wolves, Kevin Costner, 1990) es una de ellas. Estos días se han cumplido treinta años de su estreno, y desde el principio fue un éxito, fruto del empecinamiento de un hombre, Kevin Costner, que lo apostó todo a una carta…y ganó.

Y es que Bailando con lobos es una de esas películas más grandes que la vida. Una reflexión sobre la soledad, sobre nuestro papel en el mundo que nos ha tocado vivir, y sobre aquello de que la historia la cuentan los ganadores, y la realidad puede ser muy diferente a lo que nos han contado (esto es especialmente doloroso hacia el final de la película). Vista ahora, se aprecia una pasión y un mimo por lo que se hace que hoy es muy dicícil de encontrar. Todos los implicados demuestran amor por el cine y en particular por este guión, y eso se nota mucho en el resultado final. De forma que engancha desde que empieza, te dejas llevar por esos imponentes paisajes y esa música que te toca el corazón.

El viaje es apasionante, y está muy bien llevado, a pesar de su larga duración. No se hace pesada, siempre están pasando cosas y te interesan las visicitudes del teniente John J. Dunbar con la tribu de los Sioux que lo acogen y lo bautizan. En contra, que ciertos pasajes (como el ataque de los indios Pawnee al poblado Sioux) están rodados con cierta torpeza fruto de la inexperiencia de Costner (a pesar de eso, ganó el Óscar al mejor director por esta película), y el final, que resulta bastante anticlimático. Pero ya no importa, porque la llegada hasta ese punto ha sido tan satisfactoria, que no pasa de ser un detalle casi sin importancia.

«Antidisturbios», una de las series del año

Cuando Movistar+ inició su propia plataforma anunció que quería ser el Netflix español, en el sentido de que quería producir sus propias series. Desde el principio se dijo que esas series tendrían un sello de calidad que haría que mereciese la pena pagar la suscripción. Y vaya si lo han hecho. Nombres como La unidad o La peste confirman que esa intención estaba muy bien encaminada.

La última propuesta es Antidisturbios, dirigida por Rodrigo Sorogoyen y escrita por el propio Sorogoyen e Isabel Peña, su colaboradora habitual. Nos cuenta cómo un desaucio sale bastante mal, y cómo esa resolución inicia una investigación que saca a la luz una trama corrupta en la que están involucradas algunas de las más altas esferas del país. Con un magistral dominio del suspense, iniciamos el viaje con un episodio de alto voltaje con la primera gran set piece, la del desaucio en un barrio humilde de la capital. La acción no deja respiro al espectador, y muestra un dominio abrumador de la cámara al hombro y de los planos secuencias. El resultado es desasosegante, e incluso claustrofóbico.

La serie técnicamente es una maravilla; por momentos no pasa el tiempo, y terminas los episodios casi sin darte cuenta. También ayudan los actores, que están todos fantásticos, con especial atención a una Vicki Luengo misteriosa y dominante, y a Hovik Keuchkerian, y Raúl Arévalo, que hacen un trabajo tan natural que al poco tiempo no ves a los actores, sino a los personajes.

Por último, Antidisturbios no sólo se deja ver con bastante agrado; también hace pensar, por los paralelismos que presenta con ciertos hechos del pasado reciente en España, presentados aquí con mucha elegancia, pero que tienen una gran carga de profundidad. Si hay algo peor en esta serie es que, al ser el episodio piloto TAN bueno, simplemente no es posible mantener el ritmo en los siguientes capítulos, y este decae un poco. Pero se compensa por la tensión enorme que presentan los personajes cuando comienza la investigación de los hechos.

Si aun así hay alguien que tiene dudas de empezar a verla, recomiendo que se ponga los primeros cinco minutos. Si después de esa espectacular presentación del personaje de Vicky Luengo no se engancha, entonces es que no está hecho para este tipo de serie. Y lo mejor es que a partir de ahí todo mejora.

Intento de vuelta número…

Dicen que escribir tiene un efecto terapéutico. En este año en el que las circunstancias nos obligan a cambiar por completo nuestra vida y nuestras preferencias, necesitamos buscar nuevas motivaciones para simplemente no volvernos locos. Yo he pensado en retomar este humilde blog, porque me gustaría recuperar esas sensaciones que tenía cuando escribia de manera regular.

Este espacio estaba dedicado al cine, y ahora pretendo ampliarlo al mundo de las series, que tantas alegrías y decepciones nos están dando en los últimos tiempos. Me he prometido escribir una entrada cada semana como mímino, pero con un tamaño más reducido; así creo que me aseguro publicar más.

Sin más, os doy la bienvenida si me conocéis ahora, y os animo a particiar de este pequeño proyecto. Si no, si nadie me lee ni nadie comenta, no pasa nada, la terapia funcionará de todas formas. O eso espero.