En ocasiones veo pelis

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Hace poco, con ocasión de la coronación de nuevo rey, corrió por las redes sociales un meme en el que se comparaba la actitud de las pequeñas infantas con las gemelas de El Resplandor. Sencillamente, alguien vio la semejanza (es cierto que sorprendente), y la doble foto corrió como la pólvora. Lo gracioso es que no se mencionaba el nombre de la película a la que se hacía referencia, simplemente aparecían las dos imágenes y la cultura cinematográfica común hizo el resto. Estoy convencido de que muchos de los que compartieron y celebraron la imagen ni siquiera han visto la película, pero saben perfectamente cuál es, porque es algo que ha pasado al imaginario colectivo. Es uno de los poderes que tiene el cine, que ha influido de una manera increíble en nosotros, en nuestra cultura. El cine tiene algo, y es muy especial. Sigue leyendo

Por Philip Seymour Hoffman

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Ahora, ya recuperado del shock, me dispongo a escribir sobre el gran Philip Seymour Hoffman. El pasado domingo, 2 de febrero, fue encontrado muerto por la policía en su apartamento de Greenwich Village, en Nueva York. Todo apunta a que la causa de tan trágica pérdida ha sido la droga, esa terrible lacra que asola al arte, que destruye vidas y familias. Y la gente la sigue probando y, lo que es peor, presumiendo de que lo hace. Incomprensible.

El caso es que se va un gran actor con solo 46 años, cuando aún tenía mucho que decir. Un actor al que la definición «actor de carácter» se quedaba pequeña. Llenaba la pantalla de dos maneras: con su imponente figura y sus gestos; y con su potente voz, que sabía modular de una manera asombrosa. Ese aspecto de persona que está por encima del bien y del mal y esa mirada como de hartazgo o de saberlo todo de la vida le favorecía para interpretar a un tipo de personaje de vuelta de todo. Pero era mucho más que eso: sabía transmitir paz, sosiego, pero también era capaz de romperte los nervios o de dejarte atado a la silla gracias a un imponente monólogo. Sigue leyendo

Más avariciosos que nunca

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Es indudable que esto del cine es, ante todo, un negocio. Para empezar porque, si no lo fuera, no existiría: las grandes productoras, que son las que sacan adelante la gran mayoría del cine actual, no pueden financiarse solas, y tienen que recurrir a la asociación con grandes grupos de comunicación o de tecnología (Viacom, Sony, etc). Si cualquiera de estos estudios no fuera rentable, esas asociaciones se desharían, y el cine poco a poco iría muriendo. Por lo tanto, deben buscar la rentabilidad, y tienen que recurrir al llamado «cine comercial», término usado despectivamente muy a menudo, pero hay que tener en cuenta que gracias a ese cine comercial se pueden hacer películas independientes y artísticas. El problema es que últimamente el cine comercial se está volviendo demasiado caro, y está teniendo demasiadas pérdidas, ya que, cuanta más inversión hay, más dinero se pierde si no se cumplen las expectativas. Lo que hay que ver es si esta arriesgada política tendrá consecuencias para la industria y, por extensión, para el cine. Sigue leyendo

Tres proyectos para adaptar comics españoles

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Este año se cumplen diez desde el estreno de La gran aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fesser, 2003), una película que, aunque tenía algún problema de guión, reflejaba perfectamente el universo y el humor de los personajes creados por Francisco Ibáñez. La película fue un gran éxito, y se daba a entender que vendría una gran oleada de productos basados en cómics españoles, ahora que ya se tenía acceso a los efectos especiales digitales. Pero en esta década solo se han estrenado un par de películas, que han resultado ser dos fiascos: Mortadelo y Filemón: misión salvar la Tierra (Miguel Bardem, 2008), y El capitán Trueno y el Santo Grial (Antonio Hernández, 2011). Pero esto va a cambiar, porque desde este otoño hasta el año 2015 se esperan nada menos que tres estrenos basados en el mundo del cómic patrio. La calidad de que tengan aún está por ver, pero parece ser que de momento la apuesta es clara. Sigue leyendo

Recuerdos de Alfredo Landa

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Fue uno de los máximos representantes de una época muy concreta del cine español, el de la comedia más popular, la que llenaba los cines allá por los años sesenta hasta la mitad de los setenta. En aquel tiempo no pasaba de ser un actor con gracia, que actuaba con pasión, con carácter. Tanto si aparecía como secundario, o como principal, cada vez que salía se comía la pantalla, provocando casi siempre una sonrisa con su sola presencia. Era entonces un buen actor, reconocido por el público, con nombre…hasta que se convirtió en un crack, coincidiendo con un cambio de registro que le vino como anillo al dedo. Desde mediados de los años setenta, deslumbró al público y a la crítica, y pasó a ser mucho más respetado de lo que ya era. Hoy es un grande, condición que nadie ha sido capaz de negar. Sigue leyendo

¿Nos afecta la violencia en el cine?

Siempre se ha dicho que la violencia está mucho más tolerada en el cine que el sexo. La demostración está en que hay muchas películas que ofrecen violencia específica, pero no ocurre lo mismo con el sexo, y si ocurre, esa película provoca poco menos que un escándalo. No estoy hablando del porno, que es otro cantar, sino que, si partimos de elementos fingidos (en el porno el sexo no es fingido), la violencia resulta ser más específica que el sexo. Esto es así desde el punto de vista social y moral, y poco hay que decir ante eso. El problema es cuando se intenta que paguen justos por pecadores, y se levanten falsas polémicas.

Como supongo que todo el mundo sabrá, el día del estreno de El caballero oscuro: la leyenda renace en Estados Unidos, un chiflado provocó una matanza en un cine de Colorado. Este chico iba ataviado con una máscara, como si fuera Bane, y en el juicio se ha presentado en un estado lamentable (posiblemente bajo los efectos de un tranquilizante de caballo) y con el pelo teñido de un color estrafalario, como si fuera el Joker o cualquier villano de Batman. A partir de este lamentable y triste hecho, se han venido produciendo decisiones y declaraciones igualmente lamentables y tristes desde el mundo del cine norteamericano.

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Ya llega Spiderman…otra vez

Es el estreno estrella de esta semana. Hace un par de años, Sony anunció de forma oficial que no se iba a continuar la saga iniciada y capitaneada por Sam Raimi, sino que se iba a hacer lo que se denomina un reboot, es decir, un reinicio de la serie, un nuevo comienzo. Todo esto vino por el gran fiasco que resultó ser la tercera película del trepamuros, fallida en todos los sentidos. A partir de ahí, desde la productora creyeron que el modelo impuesto por Raimi estaba agotado, por no hablar de los actores. Así que se pusieron manos a la obra. El objetivo era ofrecer algo diferente y que enganchara a los espectadores, ofrecer una historia conocida pero desde otra perspectiva. Sigue leyendo

Cómo desaprovechar la historia

No hay duda alguna: España es uno de los países con más historia de Europa. Se trata de una historia riquísima que arranca con los primeros pobladores de todo el viejo continente, precisamente en la zona occidental de Andalucía. Por aquí han pasado celtas, turdetanos, iberos, griegos, romanos, cartagineses, visigodos, judíos, musulmanes, cristianos… Ha habido guerras, invasiones, centros culturales envidiados por el mundo conocido; de aquí partieron las naves que descubrieron el nuevo mundo, ha habido martirios, por aquí han pasado Julio César y Aníbal, y nacieron Séneca, Trajano o El gran Capitán. Y eso solo hablando de Historia Antigua. En una palabra: si atendemos solamente a las cosas que han pasado en la Península Ibérica en los últimos 3000 años, como mínimo, habría miles de guiones interesantes que escribir. Sin embargo, el cine español ha demostrado desde hace muchos años que se encuentra en una época absolutamente conservadora que ya va siendo hora de superar.

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¡Bien por La 1!

El cine es un patrimonio de la Humanidad. Me refiero, por supuesto, al buen cine. Se trata de un arte destinado al entretenimiento (al igual que el resto de las artes, no nos engañemos) que de paso puede mover conciencias, hacernos reflexionar e incluso cambiarnos la vida. Por eso lo considero un patrimonio, y como tal debería ser tratado por la televisión. Las emisoras privadas tienen el derecho de emitir lo que consideren que les da más audiencia, es algo perfectamente lícito porque entre otras cosas se juegan su dinero y le tienen que rendir cuentas a unos accionistas. En cuanto al cine, creen que ninguna película con más de diez años es rentable, y, dentro de ellas, también hay que hacer una selección: nada de los hermanos Coen, salvo la última que se estrene, y no la reponen mucho; de Tarantino, lo justo igualmente, entre otros. Y, por supuesto, nada que no provenga de Hollywood, por muchos premios que haya ganado. Habrá preferencia por las películas de animación, pero siempre de saldo, y por «autores» como Jim Carrey (las malas), Eddie Murphy o Adam Sandler. Pero todo esto en ocasiones especiales, porque todo el mundo sabe que las películas que más audiencia dan son las TV-movies en las que un ama de casa se enfrenta a su mayor reto: dejar al gañán de su marido por un chulito superseguro de sí mismo que resulta ser un narcotraficante que termina secuestrando a su hija, que acabará enamorada del chaval que se encargaba de custodiarla. Vaya, creo que acabo de soltar un spoiler. Volvamos al tema…

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50 años de «Lawrence de Arabia»

Estos días se cumplen cincuenta años del rodaje de Lawrence de Arabia, una de las mejores películas que servidor ha tenido la ocasión de ver. Aquel rodaje fue un auténtico infierno, ya que David Lean insistió en rodar en el mismo desierto. El problema es que hace cincuenta años la posibilidad de desplazar un buen avituallamiento era mucho más complicada que hoy en día. A eso se unió la perfección que caracterizaba a Lean, capaz de repetir una misma toma hasta la saciedad, hartando a los propios actores y haciendo que el planning del rodaje se retrasara continuamente. Lawrence de Arabia se rodó primero en el desierto; fue la parte más difícil y larga, en la que el equipo de la película sufrió las duras condiciones de vida en un ambiente tan hostil. Las enfermedades y las quemaduras, más o menos graves, se sucedieron. Pero allí estaba David Lean, enamorado del desierto, con su clara piel expuesta al sol, sin quemarse, y pasando horas y horas subido a una duna observando el horizonte para captar la mejor puesta de sol posible.

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