Grandes películas de todas las épocas: El planeta de los simios

El planeta de los simios es una combinación de palabras que siempre te acompaña cuando te gusta el cine. Hay rastros de esta película, no solo en otras muchas películas, sino en canciones, series de televisión, y hasta cuadros y cómics. La influencia en la cultura pop es increíble, y marcó a varias generaciones hasta el día de hoy, cuando esta marca ha llegado a firmar varias películas de una calidad sobresaliente, ya entrado el siglo XXI (mejor no contar las secuelas de los años 70). Yo la había visto de pequeño, aunque no la entendí mucho, más allá de la curiosiad de ver a simios hablar y comportarse como humanos. Más tarde, en mi veintena, la volví a ver, y la entendí a mi manera particular. Y anoche, cuando regresé a ella, me hizo reflexionar de forma totalmente distinta. Ahí radica la fuerza de una obra inmortal, que no para de influir por mucho tiempo que pase.

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¿Cómo nace una pasión?

 

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Es complicado establecer el comienzo de una pasión. Supongo que uno está predispuesto desde pequeño a que algo te guste mucho ya desde los padres. En mi caso, en mi casa eran cinéfilos. Mis padres compraron un reproductor VHS cuando nadie (literalmente) tenía uno, cuando no había ni videoclubs, solo por poder grabar películas de la tele.  ¿Fue ese el comienzo? Quizás no.

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«Antidisturbios», una de las series del año

Cuando Movistar+ inició su propia plataforma anunció que quería ser el Netflix español, en el sentido de que quería producir sus propias series. Desde el principio se dijo que esas series tendrían un sello de calidad que haría que mereciese la pena pagar la suscripción. Y vaya si lo han hecho. Nombres como La unidad o La peste confirman que esa intención estaba muy bien encaminada.

La última propuesta es Antidisturbios, dirigida por Rodrigo Sorogoyen y escrita por el propio Sorogoyen e Isabel Peña, su colaboradora habitual. Nos cuenta cómo un desaucio sale bastante mal, y cómo esa resolución inicia una investigación que saca a la luz una trama corrupta en la que están involucradas algunas de las más altas esferas del país. Con un magistral dominio del suspense, iniciamos el viaje con un episodio de alto voltaje con la primera gran set piece, la del desaucio en un barrio humilde de la capital. La acción no deja respiro al espectador, y muestra un dominio abrumador de la cámara al hombro y de los planos secuencias. El resultado es desasosegante, e incluso claustrofóbico.

La serie técnicamente es una maravilla; por momentos no pasa el tiempo, y terminas los episodios casi sin darte cuenta. También ayudan los actores, que están todos fantásticos, con especial atención a una Vicki Luengo misteriosa y dominante, y a Hovik Keuchkerian, y Raúl Arévalo, que hacen un trabajo tan natural que al poco tiempo no ves a los actores, sino a los personajes.

Por último, Antidisturbios no sólo se deja ver con bastante agrado; también hace pensar, por los paralelismos que presenta con ciertos hechos del pasado reciente en España, presentados aquí con mucha elegancia, pero que tienen una gran carga de profundidad. Si hay algo peor en esta serie es que, al ser el episodio piloto TAN bueno, simplemente no es posible mantener el ritmo en los siguientes capítulos, y este decae un poco. Pero se compensa por la tensión enorme que presentan los personajes cuando comienza la investigación de los hechos.

Si aun así hay alguien que tiene dudas de empezar a verla, recomiendo que se ponga los primeros cinco minutos. Si después de esa espectacular presentación del personaje de Vicky Luengo no se engancha, entonces es que no está hecho para este tipo de serie. Y lo mejor es que a partir de ahí todo mejora.

Intento de vuelta número…

Dicen que escribir tiene un efecto terapéutico. En este año en el que las circunstancias nos obligan a cambiar por completo nuestra vida y nuestras preferencias, necesitamos buscar nuevas motivaciones para simplemente no volvernos locos. Yo he pensado en retomar este humilde blog, porque me gustaría recuperar esas sensaciones que tenía cuando escribia de manera regular.

Este espacio estaba dedicado al cine, y ahora pretendo ampliarlo al mundo de las series, que tantas alegrías y decepciones nos están dando en los últimos tiempos. Me he prometido escribir una entrada cada semana como mímino, pero con un tamaño más reducido; así creo que me aseguro publicar más.

Sin más, os doy la bienvenida si me conocéis ahora, y os animo a particiar de este pequeño proyecto. Si no, si nadie me lee ni nadie comenta, no pasa nada, la terapia funcionará de todas formas. O eso espero.

Grandes películas de todas las épocas: American Beauty

kevin-spacey-american-beauty-i-rule-1-e1418739334220En el mundo del cine, como en casi todo, hay veces en las que el mensaje que se quiere transmitir no cala. Quizás es porque no está bien transmitido; le falta fuerza; no está claro; o puede que porque está demasiado claro, y choca. En cambio, hay otras en las que todo es perfecto: el tono, los diálogos, los actores, el director, la música…hasta los encargados de la decoración lo clavan. Es el caso de esta excelsa película, cuyo mensaje puede o no puede gustar, pero que está expresado con una fuerza y una emoción que te dejan clavado en la silla desde el primer minuto. Así es como una película se convierte en mítica.

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«La vida secreta de Walter Mitty», vitalismo exacerbado

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El cine, como toda representación artística, es un reflejo de nuestra sociedad, y es indudable que nos encontramos en un periodo de crisis, no solo económica, sino también de valores, de creencias y de ánimo. En este contexto, proliferan las obras en las que se anima a la gente a afrontar la vida, por muchos reveses que esta nos haya dado: hay programas de radio que animan a buscar la paz interior para, a partir de ahí, iniciar un cambio de vida; tenemos una gran cantidad de libros auto-ayuda, y, por supuesto, en el cine y la televisión tenemos muchos ejemplos de personajes que viven un viaje iniciático (literal o metafórico), o algún tipo de prueba con la que superarse, y demostrar que se es capaz de cualquier cosa. La vida secreta de Walter Mitty (The secret life of Walter Mitty, Ben Stiller, 2013) pertenece a este tipo de obras, pero con una singularidad: como película es un valor muy reivindicable y, además, consigue lo que se propone, lo cual es todo un logro. Sigue leyendo

Revisando películas de la infancia: «Colegas a la fuerza»

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A principios de los años noventa, si había un actor que estaba en la cresta de la ola, ese era Michael J. Fox. El papel de Marty McFly en la trilogía de Regreso al Futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis1985), y su colaboración con Brian De Palma en Corazones de Hierro (Casualties of war, 1989) lo convirtieron en un intérprete tremendamente popular. Pero, en lugar de seguir por la senda dramática del film bélico, quiso optar por lo fácil, y empezó a protagonizar una serie de comedias más o menos logradas, pero intrascendentes que lo encasillaron como un actor propio de este género. Una de ellas fue esta Colegas a la fuerza (The Hard Way, John Badham, 1990), que pretende parecerse a Superdetective en Hollywood (Beverly Hills Cop, Martin Brest, 1984), y Arma Letal (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987), pero que se queda en una especie de parodia con escasa gracia, que no sabe cuándo tomarse las cosas en serio y cuándo reírse. Es decir, la indefinición por excelencia. Sigue leyendo