Siempre me han interesado mucho las películas que se adentran en el mundo del cine. Cierto es que en la cinta que nos ocupa ese no es el mensaje principal, ni mucho menos, pero para mí es un plus que hace que le dé interés a esta obra de Icíar Bollaín. Para mí tan interesante como el resultado final es el «cómo se hizo», todo ese proceso que hace que nos llegue una sucesión de imágenes en movimiento que llamamos «cine». En esta película podemos ver parte de ese proceso, aunque lo que se pretende contar es otra cosa.
Y lo que se intenta hacer en También la lluvia es un paralelismo entre el trato que tuvieron los indígenas americanos por los conquistadores españoles y el que tienen en la actualidad para demostrar que las cosas no han cambiado tanto en quinientos años. Para ello el guionista Paul Laverty se inventa una película falsa sobre la conquista de América y las primeras voces que se alzaron contra el maltrato a los nativos, que se pretende rodar en Bolivia en el año 2000. Van a Bolivia porque en opinión del productor, Costa (Luis Tosar), es bastante más barato y menos problemático rodar allí que en las Antillas. No sabía lo equivocado que estaba, porque mientras el rodaje ya está comenzado estalla en La Paz la conocida como Guerra del agua, una rebelión del pueblo contra los gestores del agua en el país por su privatización . El mayor problema es que la gran revelación de la película, un actor que escogieron entre la población de La Paz, está involucrado profundamente en la revuelta. Sigue leyendo