Los mejores temas principales: «Conan el Bárbaro», de Basil Poledouris

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Es una de las bandas sonoras señeras de los años ochenta, cuando el cine de aventuras aún no estaba contaminado por el género de acción, y cuando había un sentido de lo épico que hoy simplemente no existe. Pocos de los que nos criamos en aquella década hemos olvidado esos compases duros, brutales, que llaman a la aventura y a nuestros orígenes. Es una música que te anima a seguir adelante, a afrontar el día a día con la fuerza y la decisión necesarias. Aporta lo que una película como esta pide, sobre todo épica, mucha épica. La adaptación de las historias escritas por Robert E. Howard necesitaba un tono serio, violento y aventurero desde una perspectiva clásica, y para ello iba a ser imprescindible una partitura que no resultara melódica, sino que nos acompañara en un viaje que no iba a resultar agradable, sino oscuro y duro. Se decidió apostar por Basil Poledouris. Y se acertó de pleno. Sigue leyendo

Tres proyectos para adaptar comics españoles

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Este año se cumplen diez desde el estreno de La gran aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fesser, 2003), una película que, aunque tenía algún problema de guión, reflejaba perfectamente el universo y el humor de los personajes creados por Francisco Ibáñez. La película fue un gran éxito, y se daba a entender que vendría una gran oleada de productos basados en cómics españoles, ahora que ya se tenía acceso a los efectos especiales digitales. Pero en esta década solo se han estrenado un par de películas, que han resultado ser dos fiascos: Mortadelo y Filemón: misión salvar la Tierra (Miguel Bardem, 2008), y El capitán Trueno y el Santo Grial (Antonio Hernández, 2011). Pero esto va a cambiar, porque desde este otoño hasta el año 2015 se esperan nada menos que tres estrenos basados en el mundo del cómic patrio. La calidad de que tengan aún está por ver, pero parece ser que de momento la apuesta es clara. Sigue leyendo

«Los amantes pasajeros», un completo desastre

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Hay que decirlo: pocas películas se ajustan más a la definición de «despropósito» que esta «Los amantes pasajeros», que ha perpetrado el famosísimo y bien considerado director Pedro Almodóvar. No busquéis guión, ni una dirección en condiciones, ni medios económicos. Nada de eso tiene la película, y sí muchas charlotadas, chistes sin gracia, situaciones forzadas y repetitivas, y un tipo de humor que se podría comparar con el grupo de las Scary Movies. Hay gente que la compara con Aterriza como puedas (Airplane, Zucker, Abrahams, Zucker, 1980); no os confundáis, no le llega ni a la suela de los zapatos. Sigue leyendo

Revisando películas de la infancia: «Secuestrada»

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Cuando te aficionas al cine siendo un niño-adolescente, de vez en cuando te puedes encontrar con una película poco conocida que te puede dejar algo tocado. En esas edades eres más impresionable, y por lo tanto no es necesario que la película sea memorable, ni mucho menos una obra maestra. Ese fue el caso de Desaparecida (The vanishing, George Sluizer, 1993), que, con apenas quince años, no solo me provocó un fuerte impacto, sino que esa sensación me ha llegado hasta hoy, cuando la recuerdo con cierto cariño. ¿Por qué cariño? Pues porque conmigo cumplió plenamente su propósito: agobiarme y comunicarme tensión sin recurrir a la extrema violencia, con una realización sobria y elegante, y con unas actuaciones bastante convincentes. Vista hoy, es cierto que ha perdido gran parte de su fuerza, sobre todo porque ya sabía todo lo que sucede, pero mantiene varios buenos momentos, y es un entretenimiento de calidad, si lo comparamos con los thrillers que se están haciendo en los últimos años.  Sigue leyendo

Recuerdos de Alfredo Landa

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Fue uno de los máximos representantes de una época muy concreta del cine español, el de la comedia más popular, la que llenaba los cines allá por los años sesenta hasta la mitad de los setenta. En aquel tiempo no pasaba de ser un actor con gracia, que actuaba con pasión, con carácter. Tanto si aparecía como secundario, o como principal, cada vez que salía se comía la pantalla, provocando casi siempre una sonrisa con su sola presencia. Era entonces un buen actor, reconocido por el público, con nombre…hasta que se convirtió en un crack, coincidiendo con un cambio de registro que le vino como anillo al dedo. Desde mediados de los años setenta, deslumbró al público y a la crítica, y pasó a ser mucho más respetado de lo que ya era. Hoy es un grande, condición que nadie ha sido capaz de negar. Sigue leyendo