En ocasiones veo pelis

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Hace poco, con ocasión de la coronación de nuevo rey, corrió por las redes sociales un meme en el que se comparaba la actitud de las pequeñas infantas con las gemelas de El Resplandor. Sencillamente, alguien vio la semejanza (es cierto que sorprendente), y la doble foto corrió como la pólvora. Lo gracioso es que no se mencionaba el nombre de la película a la que se hacía referencia, simplemente aparecían las dos imágenes y la cultura cinematográfica común hizo el resto. Estoy convencido de que muchos de los que compartieron y celebraron la imagen ni siquiera han visto la película, pero saben perfectamente cuál es, porque es algo que ha pasado al imaginario colectivo. Es uno de los poderes que tiene el cine, que ha influido de una manera increíble en nosotros, en nuestra cultura. El cine tiene algo, y es muy especial. Sigue leyendo

«En la casa», excelso cine francés

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No estamos acostumbrados a ver películas complejas. El cine palomitero invade las salas y, aunque son buenas opciones para pasar el rato, su abuso anula nuestra capacidad de análisis hasta el punto de que incluso nos da pereza enfrentarnos a un film crítico y con varias lecturas. Pero cuando lo hacemos, un nuevo horizonte se abre ante nosotros y nos deja anonadados y pensando dónde demonios estaba esta película y cómo pude perdérmela en su día. Algo así ocurre con En la casa (Dans la maison, François Ozon, 2012), una película que incluye varios niveles de análisis y de crítica, y que, sobre todo, tiene un excelente elenco de actores y un guión sobresaliente, así como un director en estado de gracia. Sus credenciales son la Concha de Oro del Festival de San Sebastián, el Premio del Jurado al mejor guión, y el Premio de la Crítica del Festival de Toronto. Sigue leyendo

Chris Columbus se involucra en las nuevas películas de Los Gremlins y Los Goonies


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Para los que teníamos uso de razón durante la década de los ochenta, por poca que fuera, el cine de aquella época nos parece mágico. Había una libertad que hoy en día apenas existe en los grandes estudios, lo que permitía que los proyectos contaran con una imaginación y un riesgo que hoy es difícil encontrar. Uno de los directores/productores que marcó aquella época, y parte de los noventa y la primera década del nuevo siglo, fue Chris Columbus que, en aquella época se dedicaba especialmente a escribir guiones. Suya es la maravilla llamada El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes, Barry Levinson, 1985), y las dos de las que vamos a hablar aquí. Pues bien, hace unos años se anunció que se iba a hacer un remake de Gremlins (Joe Dante, 1984). Lo hizo el propio Dante, y dejó más o menos en el aire el hecho de si se iba a utilizar animación porordenador para los bichos, o una mezcla de efectos modernos y clásicos. Ahora se ha confirmado que este proyecto saldrá adelante, junto con una secuela de Los Goonies (The Goonies, Richard Donner, 1985), con el propio Columbus como productor. En el caso de esta última, hará las labores de producción junto con el propio Donner. Aún no hay previsión de estreno, ni siquiera han comenzado los rodajes, así que parece que va para largo, pero sin duda el fichaje de Columbus da a entender que se lo quieren tomar en serio. Esperemos que, ya que las van a hacer, al menos se aproximen un poco en calidad a los originales.

Los mejores temas principales: «Willow», de James Horner

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Debo reconocer que tengo una relación de amor-odio con James Horner. Por un lado, considero que ha hecho trabajos de una gran consistencia, apoyados especialmente en sus temas principales; aquí podemos mencionar ejemplos como Enemigo a las Puertas (Enemy at the Gates, Jean Jacques Annaud, 2001), La Máscara del Zorro (The Mask of Zorro, Martin Campbell, 1998), o Deep Impact (Mimi Leder, 1998), pero en otras ocasiones ha optado por lo fácil, por lo repetitivo (ese piano que siempre se descalabra en las escenas de acción o catástrofe) y por el autoplagio más absoluto, todo esto sumado a que carece del talento y la genialidad de otros autores por todos conocidos, eso por no hablar de su famoso «Parabará«, que me pone de los nervios: cada vez que veo una película al que ha puesto música, no hago más que escuchar «Parabarás» por todos lados. Pero entre tanta obra irregular, hay dos por las que este compositor será siempre recordado, con mayor o menor justicia: Titanic (James Cameron, 1997), y Willow (Ron Howard, 1987), para la que compuso uno de los mejores temas principales del cine, o, al menos, de los más conocidos. Sigue leyendo